No hablé porque no quise
por la mordaza invisible de tus palabras,
porque el silencio me protege
de tus cuchillos y tus balas.
por la mordaza invisible de tus palabras,
porque el silencio me protege
de tus cuchillos y tus balas.
No hablé por mil razones
que son y no son, más que una:
tuve miedo
miedo de sal en carne viva.
Miedo a la imagen dantesca
de dos miradas cruzándose
en cada pasillo, en cada puerta
en mis noches en vela.
Miedo a la imagen dantesca
de dos miradas cruzándose,
y yo de visitante, no viviendo
contigo
Amores de verano, dices
más bien un infierno frio,
helando mi casa
pidiendo un inútil auxilio.
A cada paso que daba
un encuentro
En cada esquina, la angustia
del no-bienvenido
La zozobra, tras de mi
la del perseguido
Una telaraña contrayéndose
Dos arañas con dieciséis patas venenosas
Tres jugando a no conocerse.
Por eso no quise hablarte más todo este tiempo.